«Tratando de contar las estrellas»

¿Alguna vez han intentado contar las estrellas? Yo sí, de adolescente era una de mis actividades favoritas por las noches, (siempre he sido media cursi y era algo que me gustaba hacer), en mi antigua casa abría mi ventana y sentada en el borde de ella las veía y contaba.

Tarde o temprano me daba por vencida y lo dejaba, y es que contar todas las estrellas simplemente no es posible, son miles de ellas, jamás terminaría, pero ahí están…

Dios hace algún tiempo sugirió a un gran hombre que intentara contarlas: Abraham. Y usó esto para darle un ejemplo de lo mucho que iba a hacer en su vida, de la promesa que cumpliría.

 Génesis 15:5 dice: «Y lo llevó fuera, y le dijo; Mira ahora los cielos y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: así será tu descendencia»

Pensemos entonces en cada estrella como una bendición, como un regalo de Dios para con Abraham, pues cada una representaba el cumplimiento de su pacto, de su promesa.

 En nuestra vida podemos verlo de la misma manera, día a día recibimos bendiciones, pequeños y grandes regalos de Dios: la vida, familia, amigos, trabajo, estudios, un techo para dormir, abrigo, sustento, salvación… Estas estrellas que son bendiciones, por alguna «razón» a veces las dejamos de contar, las dejamos de ver y de apreciar. Pues al igual que un cielo estrellado nos parece lo más normal, así las bendiciones que Dios ha traído a nuestra vida pueden pasar desapercibidas, olvidando así que son parte del cumplimiento de lo que Dios nos ha prometido.

 Muchas veces nos enfocamos en lo que no tenemos, en lo que Dios no ha cumplido aún, y dejamos de ver lo que ya hizo y lo que hace cada día. Porque quizás deberíamos poner más en práctica lo que nos dice Filipenses 4:11 «He aprendido a contentarme con lo que tengo»

Lo que Dios nos ha dado ES suficiente, porque así lo piensa Él y aunque a veces no lo entendamos y aunque a veces nuestro corazón sienta lo contrario, Dios te ha dado y me ha dado a mí más de lo que merecemos, tus bendiciones y las mías son como las estrellas de la noche más despejada de verano, así de brillantes y así de reales.

Pero si no las vemos, y empezamos a enfocarnos en lo que no está, esto tarde o temprano podrá convertirse en una excusa para alejarnos de Él o para frustrarnos porque nos parece que nunca será realidad lo que tanto anhela nuestro corazón.

Génesis 5:6 dice que cuando Dios habló con Abraham, este le creyó: «y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia»

Abraham confió en Dios, y nosotros ¿le creemos? No sé cuales sean tus peticiones, yo tengo una buena lista, y Dios las conoce pero mientras él responde sea sí, no o espera, no dejemos de tratar de contar las estrellas… intentemos contar las bendiciones que nos ha dado: reconozcamos su amor cada día, cada hora, por ejemplo cada año de vida que tengas representa algo, que podás estar leyendo esto: significa que podés leer, podés ver, eso por supuesto que es una bendición! 

Trata de ver esos detalles y agradecelos, agradezcamos a Dios por su fidelidad, por sus promesas y así como Dios dijo a Abraham me atrevo a escribir que siento que Él nos dice:

«Mirá las estrellas y cuéntalas si puedes, así es como te bendeciré con mi fiel promesa»

«Sin embargo, como está escrito:

Ningún ojo ha visto,

ningún oído ha escuchado,

ninguna mente humana ha concebido

lo que Dios ha preparado para quienes lo aman»

1 Corintios 2:9

Sofía Tinoco Torres 🙂

¿Qué a tí? ¡Sígueme tú!

Parte del pertenecer a una Iglesia, es experimentar y recibir las más lindas bendiciones: tenemos una familia en Cristo, amigos de verdad, y una de las mejores  puedo mencionar es el servicio que podemos dar a nuestro Dios. Él quiere y puede usar nuestros dones y talentos para su obra, de hecho para esto nos los dio, para poder cumplir su  propósito.

Sin embargo, el servir, aunque es algo no sólo importante sino especial, también implica mucho esfuerzo e incluso sacrificios.

Como humanos que somos, esto puede despertar en nuestro corazón, mente y cuerpo estrés, cansancio, y hasta muchas veces molestia, sobre todo cuándo llegamos a creer que no todas las personas de nuestra congregación sirven a Dios, o quisiéramos tener «más ayuda» «más manos» o simplemente «qué otros hagan».

Puede que en algunas ocasiones, otras personas hayan criticado o señalado tu trabajo, o el de otros, y esto genera en los que «sí hacen» que repitan frases como: «Estas personas sólo vienen a calentar la banca» «Aquí nadie hace nada» «Es que si todos sirvieran sería diferente»

Yo debo decir que sí las he escuchado y debo confesar que en algún momento o varios, ¡las he dicho! Y no sólo las he repetido, sino que además al decirlas, he sentido en mi corazón molestia y decepción.

​Hoy quiero referirme a esto porque humanamente es muy natural pensarlo, pero eso no significa que esté bien, la mayor razón es que toda nuestra vida es para Dios, y Jesús nos dio un gran ejemplo, el más claro y el mejor: su vida. Todo su existir fue de obediencia, de amor y de servicio, Él dijo que no vino a ser servido sino que vino para servir y rescatar. (Mateo 20:28)

​Su vida en la tierra, fue llena de sabiduría, pero además compartió y enseñó a sus discípulos y seguidores cómo podían servirle a Dios con sus vidas, y nos dejó la clara responsabilidad a nosotros de hacer lo mismo, de seguirle y servirle. Nos mostró también que es posible sobreponernos a los momentos difíciles que puedan venir en nuestro andar, pues Jesús pasó también por grandes pruebas: rechazo, dolor, sacrificio, tentación… por supuesto que ¡Él nos entiende! y aunque lo que pasemos jamás podrá compararse con lo que él sufrió, su amor es tan grande que nos responde a estas dudas o sentimientos, que pueden nacer en nuestro corazón.

​Y es que nos habla claro y directo, como le pasó a Pedro cuando se encontró con Jesús después de que Él resucitara y le buscara. Jesús le dijo a Pedro: ¡Sígueme! (Juan 21:19) y aunque Pedro le obedeció, después al ver que Juan quedaba atrás dijo «¿Señor, y qué de éste? (Juan 21:21)

Pero Jesús le respondió: «Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué á tí? Sígueme tú»  (Juan 21:22)

 ¿Cuántas veces hemos repetido esta pregunta de Pedro? o ¿Cuántas veces nos hemos sentido como Pedro?

Jesús ¡no pudo ser más claro! Yo he reflexionado en esto y aún debo hacerlo mucho más, porque si algo debemos tener presente, es que Él nos ha llamado, sin duda ¡Dios quiere usarte de maneras que no podés imaginar!

​Es cierto que el camino puede ser un poco angosto, pero nunca estaremos solos, Jesús nos dice:

 «He aquí yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.«

Mateo 28:20b

 Y esta promesa la cumplirá cada día, hasta el final ¡Jesús estará con nosotros! pero es una decisión que se debe tomar todos los días: dejarnos a nosotros mismos, de morir a nosotros y tomar nuestra cruz.

​Y esto no quiere decir que no debes preocuparte por llevar a otros la verdad de Cristo, o darte por vencido en que otros conozcan a Dios. Pero si debemos renunciar al «sí él hace, entonces yo también» Servir es hacer, es vivir para agradar con tu vida, tiempo, espacio, talentos, habilidades y también debilidades.

Así que por eso dejémos de preocuparnos por lo que otros hacen o no hacen, y entreguémonos por completo al que nos salvó y amó primero. Si Dios te está usando: agradécele y honra ese llamado, y si aún no te decides hoy te invito a responderle y ¡Síguele!

​Y cada vez que estos pensamientos quieran encontrar lugar en tu corazón, recuerda las palabras de Jesús: ¿Qué a tí, Sofía, Cristina, Carlos, Pablo…? ¡Sígueme tú!

 ​¡Qué nada más importe, síguelo hoy!

Sofi

«Lucha, pero de rodillas»

KNEESHace unos días, leí una frase que me impactó mucho, sentí una gran inspiración de escribir sobre esto y durante el tiempo que lo hacía, leí un devocional de un autor cristiano que me confirmó aún más lo que Dios puso en mi corazón. Esta frase y este tema dice así: «las mejores batallas se pelean de rodillas»

 Doblar rodillas lo entendemos como un acto que representa reverencia, la mayor rendición y a la vez humildad ante Dios, se trata de humillarnos ante Él y reconocer que sin Él nuestra vida no tiene sentido…es un acto de dependencia total de Él y de nadie más.

 Es un hecho que en nuestra vida enfrentamos pruebas, de diferentes magnitudes algunas más dolorosas que otras, pero sea como sea estas se convierten en batallas que quisiéramos ganar y lo cierto es que en nuestras fuerzas nunca llegaremos a ganar nada, quizás podremos «maquillar» el problema, ignorarlo o esforzarnos por resolverlo (humanamente hablando) pero al final estas soluciones no son lo mismo que «ganar la batalla» porque sí hay una solución real, verdadera y segura pero esta consiste en un acto sencillo pero de gran humildad a la vez y es con la entrega de todas estas cosas a Dios, ¿El medio para hacerlo?: ¡La oración!

 La oración es un arma poderosa y es un canal de comunicacion con nuestro Dios 24/7, las líneas están abiertas cada segundo, minuto y hora del día. Bien encontramos en 1 Tesalonicenses 5:17 «Orad sin cesar» 

Este autor que leí hace unos días decía que cuándo nos sentimos tristes podemos orar, y si estamos ansiosos: debemos orar, sí hay enfermedad: oremos; sí hay dolor: oremos. Y cuando nos vemos frente a estas batallas tenemos en quien confiar pues Él nos lo asegura en su palabra: «Yo pelearé»

La oración es un medio que a veces resulta más lágrimas que conversación… ¿Te ha pasado? Qué rico es desahogarnos delante de Dios: llorar, cantar, reír o simplemente buscar su presencia cada momento, sentir su abrazo y compañía en el silencio, y después ¿acaso no sientes consuelo y paz? la batalla sigue, pero la paz llega y llegará si estas dispuesto(a) a confiar y a doblar tus rodillas como un acto de fe, de rendición.

 En la palabra de Dios encontramos a Moisés quién al ver cómo Dios después de haber luchado por su pueblo y sacarlo adelante, le llamó Jehová Nissi: mi estandarte, mi bandera, mi escudo, Él luchó y ¡Él ganó! Y lo hizo así una y otra vez. (Éxodo 17:15)

 Porque el mismo Dios que prometió a Isaías «porque yo pelearé con los que peleen contra ti, y yo salvaré a tus hijos» (Isaías 49:25); Y quién dijo «Esfuérzate y sé valiente» (Josué 1:9); y el que afirma: «Clama a mí y yo responderé» (Jeremías 33:3); Y de quién Moisés habló a Israel «El SEÑOR vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por vosotros, delante de sus ojos como lo hizo en Egipto» (Deuteronomio 1:30), es el mismo Dios en el que hemos creído, es el mismo de ese entonces, es el mismo de ayer, de hoy y será el mismo siempre.

 Y así podría seguir… Dios lo ha dicho, está escrito, Él peleará esa prueba que enfrentas, ese reto que estás viviendo, esa enfermedad, esa necesidad: Nissi verá por tu vida.

 Por esto es que entonces hay algo que podemos y debemos entender y es que nuestro papel no consiste en darnos por vencidos, sino que es el momento de que doblemos rodillas y en oración y ruego como dijo Pablo sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios (Filipenses 4:6)

 Pero para esto necesitas creer en tu corazón y convencerte de que Dios es fiel y peleará cada batalla.

En mi caso este devocional es mi compromiso con Dios y mi declaración a decirle que le creo, que sé que Él peleará por mí, lo ha hecho antes y lo hará ahora… delante de mis ojos como bien Moisés dijo a su pueblo, ¿Lo crees vos también?

 Por eso sí: esfuérzate y sé valiente, y haz tu parte: lucha hasta el final, pero de rodillas y escucha la promesa de Dios diciéndote que Él Nissi, tu bandera, tu escudo, no sólo peleará por vos, sino que también ganará y conocerás lo que es la victoria pero para la gloria de Dios.

 «Sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro que tiene poder para proteger hasta el día del juicio la enseñanza que me ha confiado»

 

2 Timoteo 1:12b

Sofi

 

Sofía Tinoco Torres.

 

 

 

«Instrumentos de bendición»

musConocer a Cristo es lo mejor que puede pasarnos en la vida, el reconocer el amor y favor de Dios, lo cambia todo, deja atrás las heridas, el dolor, la tristeza pero además previene y forma personas mejores, mujeres y hombres de bien.

Muchos conocimos a Dios desde niños, porque por su gracia alguna persona en nuestra vida, nos presentó el amor más maravilloso que puede existir, un amor que es inagotable y que puede hacernos libres: el amor de Jesús. ​​

Otros no supieron de Él de niños, sino de jóvenes o adultos, sin embargo a lo largo de su vida conocieron a una o varias personas que plantaron esa semilla, y dejaron esa espinita de que había más que lo que el mundo ofrece y que sus problemas, dolores, o simplemente sus vacíos podían ser llenados con el más grande amor y perdón.

Muchas veces creemos que es más fácil «nacer en cuna cristiana» porque así no te alejarás de Dios nunca, pero esto es un gran mito, porque aunque es una bendición que desde niños se pueda conocer de su amor, lo cierto es que si no hay apoyo ni seguimiento muchos terminan alejándose o enfriándose, y llegan a ser jóvenes y adultos que saben que existe Dios pero eso no hace ninguna diferencia en sus vidas.

En ambos casos, antes de reconocer a Cristo como nuestro Salvador, puede que más de una vez sintieras pereza de escuchar a estas personas hablando de lo mismo «sermoneándote» o nada más no entendías de qué hablaban porque parecía locura entregar tu vida a alguien que no conocías.

Pero quizás sin darnos cuenta, todas y cada una de esas personas que nos hablaron, predicaron o enseñaron estaban siendo instrumentos de Dios, para que con su tiempo, su insistencia, sus palabras y su oración, fuera plantándose en nuestro corazón la semilla de su amor, una semilla que fue creciendo hasta que nos llevó a reconocer que no podemos vivir sin Él, y que nos llevó a invitarle a cenar con nosotros y a anhelar que permaneciera a nuestro lado para siempre.

Esta persona pudo ser una mamá, un papá, un hermano, un maestro, un compañero de la universidad, del colegio, del trabajo o hasta una persona que se sentó a tu lado en el bus. Personas que Dios usó para llevarnos hasta Él, y que cumplieron con el mandato que Jesús nos dejó en:

Marcos 16:15 «Id por todo el  mundo y predicad el evangelio a toda criatura»

El presentarle a una persona el evangelio es para muchos un gran reto, pero también es un privilegio que Dios nos use para llevarles su palabra, para ayudar a instruirles y que así puedan reconocer a su Salvador, ayudándoles a decidir hacer un cambio en sus vidas. Sin embargo, nuestro Señor es un Dios recursivo y puede para esta tarea usar a muchas personas, por lo que el ir y hacer discípulos por todo el mundo (como nos dejó establecido), implica ir plantando y regando la semilla poco a poco, hasta que un día está lista para volverse a su Creador para que estas personas hagan un alto en su andar vacío y sin sentido, y puedan encontrar el propósito de Dios para ellos.

Quizás a quienes Dios puso en nuestro camino, nunca les volvamos a ver y no lleguen a saber cómo ellos o ellas fueron usados por Dios. También puede ser que les veas a menudo o todos los días: un hermano, hermana, mamá, papá, o los que fueron tus maestros, pero a veces no nos detenemos a pensar cómo fue que llegamos a Cristo, y esto es algo no sólo importante sino que es maravilloso devolvernos a ver cómo Dios nos llamó y cómo Él en su plan perfecto planeó todo para que hoy esté en nuestra vida, y contemos con su amor y favor incondicional.

Él nos dice en Jeremías 1:5a «Yo te elegí antes de que nacieras»; ni tus papás sabían que ibas a venir al mundo y no importa si fuiste esperado por tu familia o no, Dios ya tenía todo planeado, Él marcó tu camino. Y como antes veíamos, Dios es recursivo y puede usar medios infinitos para llegar a los que ha escogido, pero en nuestra vida, usó específicamente a ciertas personas para empezar su obra. Puede que en este momento tengas ya en mente a esos compañeros, amigos, maestros o a tu papá o mamá que te hablaron más de una vez, que oraron por vos o que te dieron una palabra de aliento con un mensaje que caló en tu corazón y que permaneció hasta que llegaste a los pies de tu Salvador.

Si algo es claro, es que nada es casualidad, simplemente las casualidades ¡No existen! porque Dios tiene control en cada cosa, en cada pequeño detalle y en cada persona que usó para predicarnos de su amor. A estas personas llamo instrumentos de bendición, pues fueron comunicadores de la verdad, una verdad que nos hizo libres.

Por eso hoy te invito a que agradezcamos a Dios por aquellos que se dejaron usar por Él, por quiénes nos instruyeron y oraron para que nuestra corazón encontrara la fuente de vida, para que no fuéramos condenados ni en vida ni en muerte ¡porque somos Salvos!

Agradezcamos a Dios por sus vidas, por el esfuerzo y compromiso de cada uno de los maestros, amigos, conocidos o hermanos que plantaron esa semilla que hoy por hoy si sigues regándola y entregándote a Dios dará grandes frutos. Pero así como ellos o ellas se dejaron usar, y conocimos esa maravillosa verdad, también Dios nos está llamando ahora para seguir compartiendo de su amor.

Que privilegio ahora ser nosotros los que cumplamos con esta tarea, por eso dejémonos usar por Dios, para que así como él colocó a varios en nuestro camino, ahora podamos ser nosotros para muchas otras vidas: instrumentos de bendición.

¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!

Romanos 10:15

Sofi 🙂

«Sí, acepto»

Foto 15-05-13 09 39 46 p.m. ¡Acepto! Esta palabra es un sinónimo de sí: acepto ser tu novia, acepto el empleo, acepto ser tu esposo(a), acepto que me equivoqué, acepto que soy un pecador(a)… ¡acepto a Cristo y su amor en mi Vida!

​Aceptar es reconocer algo, pero también implica un deseo y un compromiso desde el fondo del corazón, por ejemplo «acepto ser tu esposa(o)» significa que una persona quiere estar con otra y además se compromete a compartir con ella su vida, a estar en las buenas y malas, a luchar por su amor.

Bien, el aceptar a Cristo también tiene un significado especial y de hecho no creo que haya algo que se pueda comparar a esto, es maravilloso pero también tiene una condición y es que la única manera de que funcione es que sea algo genuino, desde el fondo de nuestro corazón.

Entonces no puede ser por obligación, compromiso o miedo… ¡es por convicción! Dios en su palabra nos dice:

«He aquí yo estoy a la puerta y llamo: y si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo»

Apocalipsis 3:20

Aquí podemos entender que es una invitación, una oportunidad: : «Entraré en él» es decir para que Dios entre en nuestra vida, que Cristo viva en nuestro corazón, pero depende de nosotros aceptarla o no. ¿Alguna vez alguien te ofreció algo y dijiste que no? todo el tiempo aceptamos o rechazamos cosas, un empleo, una oferta a consumir algo, y dijiste «NO» bueno con Cristo puede pasar lo mismo, Él desea estar en nuestra vida, pero quiere que sea porque se lo pedimos, ¿Qué sigue después? ¡Lo mejor!

El aceptarlo es el primer paso de darle a nuestra vida un giro radical, porque ciertamente todos tenemos fortalezas (puntos fuertes, talentos, dones) pero también debilidades: miedos, complejos, traumas, rencores… y con todo esto Dios puede y quiere trabajar.

Este primer paso está claro cuándo leemos en su Palabra:

«Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»​

Romanos 10:9

Entonces sólo tienes que creer y cómo dice el versículo en tu corazón, pero además tienes que trabajar en construir una relación con Él, así como cuando aceptas un trabajo y tienes que ir todos los días y cumplir tareas, o con un novio o una novia, debes compartir con él o ella, pero no sólo debes ¡Querés hacerlo! Más todavía es importante hacerlo con Cristo porque la Salvación es el mejor regalo, es algo que no merecemos pero ahí está esperándote.

​Así que si aún no lo has aceptado, recuerda que cada día que pasas lejos de Él es privarte de tener una paz real. Tal vez pienses que ya eres «feliz» y que no lo necesitas porque hay algo que está ocupando su lugar: una relación, dinero, trabajo, popularidad, etc. Pero sea lo que sea  debes saber que sea acabará porque todo es pasajero, sólo Dios es eterno, sólo su Palabra es para siempre (Mateo 24:35) Y tarde o temprano esos vacíos saldrán a la luz, entonces ¿Por qué no darte una oportunidad?

 Ahora si más bien ya aceptaste a Cristo entonces es bueno que recuerdes hoy el compromiso que tomaste cuándo recibiste su verdad, trabaja en ello cada día y crece con Él, no te quedes con el «sé que existe» permite que transforme tu vida por completo y conforme a su voluntad. Es un hecho que muchas cosas puede hacer Dios con nosotros, porque Dios nos dice que Él quiere todo: fortalezas y debilidades para perfeccionar su poder. Así que yo quiero decirte hoy que hay oportunidad, hay esperanza por eso entrégale tu vida, tus miedos, tus sueños…¡todo! Porque Él usará cada cosa a su favor y cambiará todo para bien, y esa nueva oportunidad te volverá a la vida, te dará paz, sanará heridas… ¡volverás a nacer!

¿Deseas esto? te invito a reflexionar y recuerda que toda esta transformación y este hermoso vivir puede venir en el momento que estés dispuesto(a) a decir con todo tu corazón:

«¡Sí, acepto!»

Sofi 🙂

Sofía Tinoco Torres.

«Me rindo»

surrender2Rendirse, ¿Qué es? y más allá de lo que significa…¿qué es lo que implica? Esta palabra envuelve sujetarse a algo, es entegarse, no resistirse. Y pensando en el rendirnos a Dios, esto podría ser el no buscar más hacer nuestra voluntad, no resistirnos a cambiar.

Hay una película que me gusta mucho se llama «Life of Pi» o «La vida de Pi» y en ella el personaje principal llega a un punto después de pasar tormentas, mareos, hambre, temor, dolor… y se levanta y grita a Dios con todo su ser: «Me rindo, no puedo más, ¿qué quieres de mí?»

El personaje transmite muy bien el dolor que experimentaba y lo difícil del momento.

Este joven «Pi» se encuentra en la historia literalmente en medio de la nada, no tiene escapatoria, no hay nada más que pudiera hacer para salir de dónde se encontraba, lo intentó TODO, pero su situación era exactamente igual.

Esto me hizo pensar también en Job, que en lo personal es una de las personas de la Biblia que más admiro además de Jesús, porque él fue un hombre que pasó por lo peor que podría imaginarse un ser humano, perdió absolutamente todo pero se rindió por completo a la voluntad de Dios. El Señor lo llevó hasta su límite, pero a la vez le demostró su gran poder, su amor, pues lo sanó, lo restauró y lo levantó.

Estas dos historias tienen algo en común y es que sus personajes se rindieron, y he pensado ¿Será que nosotros tenemos que pasar por pruebas y dolores para reconocer el poder de Dios o es que desde antes podemos rendirnos a Él, y en tiempos buenos o aún en tormentas y dificultades sabremos que Él nos sostendrá?

Es fácil confiar en Dios cuándo todo va bien, cuándo tenemos salud, trabajo, recursos, pero no lo es tanto cuando el camino comienza a nublarse, cuando situaciones inesperadas tocan nuestra puerta, pues son como nubes gigantes que se colocan y anuncian que una gran tormenta se avecina… ahí, en esos momentos ¿acaso no dudamos?

¿Por qué será que duramos tanto en rendirnos a Él? he escuchado en canciones y leído en versos letras como «me rindo por completo» «Traté de resolverlo, pero no pude Dios» «Aquí estoy me rindo, quiero conocerte más, que se haga tu voluntad en mí»

 Decir esto no es sólo porque suena bonito, éstas son palabras que deben salir desde lo más profundo de nuestro corazón porque sólo así es que podremos confiar por completo en Él, y en que su voluntad por más difícil que parezca será lo mejor para nuestra vida. Y digo esto porque si su voluntad va acorde a nuestros sueños, es fácil comprenderla y seguirla, pero ¿Cuándo no es así? Dios no se mueve por tus aspiraciones o por las mías. Y a veces lo buscamos cuando ya hemos intentado todo, cuando ya hicimos todo lo posible por lograr algo o por enfrentar un problema, olvidando que Él es y debe ser la primera y mejor opción, pues si nos rendimos a Él, será Él quien nos saque adelante, y quién lleve el control de cada segundo, minuto, hora y día de tu vida.

 ¿Así que cuál es el paso que sigue para que «permitamos» a Dios mostrarnos su gran poder en nuestra vida? Y pongo entre comillas permitamos, porque igual Él lo va a hacer, pues es soberano, poderoso. Esto lo vemos en todas partes pero en el Salmo 50: 12-15 tenemos un claro ejemplo:

 «Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud. ¿He de comer yo carne de toros, o de beber sangre de machos cabríos? Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo; E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás.»

Aquí lo podemos entender, Él no necesita tu permiso o el mío, ¡así de simple! pero vemos una promesa y es que Él nos librará, por eso aunque no necesite de nuestra aprobación, lo cierto es que el cómo lo vivamos, lo veamos y nos relacionemos con Él depende de si estamos dispuestos o no a rendirnos desde ahora.

Un carácter firme y digno de un hijo de Dios, sólo puede formarse por medio de una relación constante con Cristo, y esto debo admitir implica pasar por pruebas también, por dificultades, pero al final sea cual sea el resultado podemos estar seguros y confiados de que Dios tiene control. Él es quién tiene la última palabra, y no sólo en lo espiritual, en TODAS y cada una de las áreas de nuestra vida: familia, salud, trabajo, estudios, noviazgo, matrimonio, ministerio, etc.

 Por eso «Me rindo» es un acto de valor, es una forma de demostrarle a Dios que confiamos en Él a pesar de que parezca que todo esté en nuestra contra, es vivir para Él… es esperar confiados bendiciones o incluso pruebas pues prometió sostenernos… y claro que lo hará. Es reconocer nuestra debilidad, confensando y creyendo que su poder se perfecciona en la debilidad. Como dijo Pablo:

 «Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en anguastias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte»

2 Corintios 2:10

 Entonces rendirse no es de débiles, ¡Es de valientes! y los hijos de Dios debemos ser valientes, pues Él estará siempre junto a nosotros. Yo quiero ver su poder, pero entonces debo también rendir mi vida y esto incluye mis debilidades, miedos, cargas, angustias, etc. ¿Querés esto también? Yo te invito a reflexionar en esto y a tomar todos los días una decisión, pues el rendirnos a Dios y a su voluntad nos llevará a acercarnos más a Él a conocerlo más y a tener la seguridad de que ahí estará siempre FIEL, en tiempos de cosecha… y de sequía también.

 ¿Qué decides?

 Sofi 🙂

Sofía Tinoco Torres

Una inspiración real: Su palabra

ESCUDRIÑADHace poco me preguntaron acerca de cómo se escribió la Biblia, al contestar, la reacción de la persona fue decirme que cómo era posible que pudiera creer en algo que había sido escrito por personas comunes y corrientes. La respuesta es que es cierto que Dios usó a diferentes personas a lo largo del camino para dejarnos su palabra, pero cada letra y cada oración que se encuentra en la Biblia fueron inspiradas por nuestro Dios.

Esto lo encontramos precisamente en 2 Timoteo 3:16

«Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra»

Creo que Dios, anticipando que el hombre incrédulo diría ¿Y este libro qué? Nos dejó lista la respuesta, clara y concisa como todo lo que hace Él. La palabra de Dios es uno de los más lindos regalos que pudo dejarnos. En su Palabra podemos encontrar absolutamente TODO: palabras de bendición, de amor, de consuelo, de fortaleza, de exhortación, de advertencia, de guía, instrucciones y mandatos, palabras de ánimo, de sanidad…de todo.

La Biblia tiene un total de 66 libros y cada uno de ellos fueron inspirados por Dios, en este recorrido inspiró a aproximadamente 40 escritores para transcribir sus palabras, pero el único y absoluto autor es Jehová. Él usó a todos estos hombres para su propósito y jamás encontrarás en su Palabra contradicciones o diferencias entre sus escritos, lo cual si hubiese sido redactado por hombres probablemente hubiera pasado y ahora todo sería un desastre.

​ Pero como su autor fue Dios ¡es perfecta!, pero no solamente es un libro para ver o para tener junto a nuestra mesa de noche, es el mayor recurso que nos dejó Dios, ahí encontramos las herramientas que nos ayudan a entender nuestro andar, es nuestra espada para salir día a día a enfrentar las batallas que puedan venir, es la que nos inspira a ser instrumentos de bendición para otras personas y la que da testimonio del amor más grande que pudo existir jamás: el amor de Cristo.

 ¿Alguna vez has sentido inspiración por algo: por un deporte, un trabajo, un hobbie, un amor? Yo sí, porque la inspiración claro que existe, pero no hay nada mejor que esta venga de lo que es real y de lo que es mejor para nosotros. Qué gran privilegio el que tuvieron las personas que Dios usó para escribir su Palabra, pero también es un gran honor que nosotros podamos acceder a esas mismas palabras en nuestro idioma, que nos hablan con amor de quién nos creó y pensó en una forma de salvarnos para tener una nueva oportunidad.

 Es una palabra que no tiene fecha de caducidad, porque está viva igual que su autor: ​

 «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.»

Hebreos 4:12

​Y aunque veces lo olvidamos, y dejamos de estudiarla, es un hecho que Su Palabra es una herencia, pero esto también es una responsabilidad…¿Sabías que en el mundo hay alrededor de 6500 pueblos no alcanzados? que no conocen a Dios, no saben que Jesús les amó tanto que murió por ellos ni tampoco pueden entender estas palabras porque no están traducidas en su idioma.

 He tenido el privilegio de conocer una familia que está a pocos meses de dejar nuestro país para viajar literalmente al otro lado del mundo a un pequeño estado de Nueva Guinea: Papúa.

¡En mi vida había escuchado sobre este lugar! pero ellos han escuchado la voz de Dios y dejarán todo por obedecerle, Dios puso en sus corazones el deseo de traducir la Biblia en el lenguaje de su corazón, así es como ellos han llamado al proyecto. Para que la tengan en su idioma y puedan no sólo leerla sino vivirla. Tal vez en Papúa no saben que Dios les amó primero, pero Dios si se acuerda de ellos. ¡Qué gran reto! y esto me ha hecho pensar: ¿Qué estamos haciendo al respecto?  ¿Estamos viviendo este privilegio de tener la Biblia en nuestro idioma?

 Jesús nos dijo:

«Escudriñad las escrituras porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna y son ellas las que dan testimonio de mí»

Juan 5:39

¿Cuántas veces lo hemos leído? en mi caso muchas, pero es importante leer también el versículo que sigue: «y no queréis venir a mí para que tengáis vida» En la versión Dios Habla Hoy dice así:

 «Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado, porque esperan encontrar en ellas la vida eterna; sin embargo, aunque las Escrituras dan testimonio de mí, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida»

Juan 5:39-40

 Entonces, no se trata sólo de leerla, es un conjunto de cosas lo que acompañan este andar en Cristo, ir a Él, estar en Él y con Él. La Biblia puede sin duda guiarnos pero también es parte del crecer en Dios, no dejemos de buscarle ni de pedirle que nos ayude a entender cada vez que abrimos su Palabra.

Por eso ¡aprovechémosla! y hagamos la diferencia: estudiémosla, vivámosla y guardémosla en nuestro corazón, ¡de donde brota la vida! Y así como la Biblia es una inspiración real, no dejemos de compartirla y no perdamos más tiempo, porque Dios puede hablarnos en grandes formas por medio de ella!

 Sofi 🙂

 

Sofía Tinoco Torres

«Si no viene de Dios, entonces no lo quiero»

Foto 12-05-13 08 06 51 a.m.Uno de mis versículos favoritos es el Salmos 73:25 este dice: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”

Estas palabras de David me impactan mucho porque transmiten la pasión del corazón de un hombre que agradaba a Dios, que sintió esta convicción de que Dios era su TODO, lo único que tenía pero además de que si algo no era por Dios o de Él entonces no lo deseaba.

He visto esto como un deseo en mi vida, llegar a sentir esto en mi relación con Dios, porque ciertamente ¿a quién tenemos sino a Él? ¿Quién sino Él, es el que está día a día, noche a noche, siempre junto a nosotros?

Sólo Él es incondicional y para siempre. Pero a veces olvidamos esto y nos valemos por nuestros medios y nuestros recursos, y no lo hacemos con “mala intención” sino que simplemente pasa porque nos alejamos de Él poco a poco: cuándo dejamos de compartir tiempo con Él, dejamos de leer su palabra, de escucharlo y de tener tiempo con otros hermanos cómo Él nos lo mandó.

Todas las personas tenemos sueños, no creo que haya alguien que pueda decir que no ansía lograr algo, porque ésta para mí, es una de las características más lindas del ser humano: su capacidad de soñar, en mi caso soy una gran soñadora y siempre lo he sido, sueño dormida y despierta, tengo muchos sueños y también metas. Pero aunque esto puede ser algo “bonito” Dios me ha enseñado que muchos de esas aspiraciones han sido egoístas porque han girado sobre lo que YO quiero y lo que YO deseo y entonces no le han honrado.

Admiro mucho a David, porque Él anhelaba agradar a Dios con su vida, y aunque se equivocó y falló, Dios le llamó “Un hombre conforme a mi corazón” (Hechos 13:22)
Esto lejos de decepcionarnos debe servir de ánimo porque vemos que Dios ama al hombre aún con errores y fallos, nos perdona, y también nos sirve para entender que aún así como somos, Él puede usarnos para su obra, puede transformarnos por completo. Y este cambio viene con el morir a nosotros mismos, en el momento en el que nuestro corazón de verdad acepta a Cristo y nos convencemos de que no hay sentido sin Él, ahí es cuando Él comienza a moldearnos y a trabajar en nuestra vida. Recordemos:

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”
Mateo 16:24

Negarnos a nosotros mismos significa muchas cosas: es renunciar a nuestra forma de ser egoísta, es buscarle a Él por sobre todas las cosas, es entender que cuándo Él dice NO es porque tiene algo mejor en mente, es obedecerle y es también que desde el fondo de nuestro corazón esté la convicción de que si no viene de Él, entonces eso que queremos no tiene importancia.

Pero esto es algo de todos los días, y debo reconocer qué difícil es cuándo el camino se pone estrecho, y cuando anhelamos con todo el corazón algo, pero la única forma de llegar a eso es con nuestros medios, “dando un pequeño empujón” o peor aún con «pequeñas»  mentiras, engaños, o haciendo cosas que sabemos no son del todo honestas.

Tratamos de mover cielo y tierra para lograrlo pero al final no se lo entregamos a Él. Podemos hacernos de la vista gorda o bien, sacrificarnos, renunciar a nosotros mismos y confiar por completo en que Dios es soberano y si es su voluntad cumplirá con eso que tanto queremos.         ¿Y si no es así? Entonces el obedecerle y agradarle traerá a nosotros paz, esa paz que el mundo no entiende y no puede darte, porque te la puede ofrecer con soluciones momentáneas pero cómo una ilusión se terminará desvaneciendo y al final traerá más dolor a tu vida.

He experimentado lo que es esto: tener que escoger, porque la decisión que tomé de seguir a Cristo es la mejor que he tomado en mi vida, pero día a día tengo que reafirmarla porque si no es así, cuándo vienen las pruebas mi fe está débil y no puedo seguir. Es difícil también estar cerca de Dios y tener que decir NO a cosas que de verdad queremos, por supuesto que es complicado, incluso con lágrimas en mis ojos le he dicho a Dios “esto es lo que quiero y lo quiero con todas mis fuerzas” cómo si fuera una niña pidiendo un dulce o un helado, «¡Dios: lo quiero y lo quiero YA!»

Sin embargo cuándo nos acercamos a Él y le conocemos más, esa lucha interior la ganará el Espíritu Santo que está en nosotros, porque queremos agradarle y Él peleará cada batalla incluso contra nosotros mismos. Porque al final ¿De qué vale lograr algo si no tienes a Dios a tu lado? ¿De qué sirve todo el dinero y toda la popularidad si no tienes a Dios? Incluso ¿De qué sirven nuestras metas y sueños egoístas si no estamos agradando a Dios?

¡De nada! Sé que es un reto y es una lucha que hay que enfrentar día a día, pero también sé que Dios quiere lo mejor para nosotros, Él sólo nos dará cosas buenas, es su promesa y nos lo demuestra todos los días. Pero también va a trabajar en nosotros, en nuestro carácter y sólo puede hacerlo enseñándonos y corrigiéndonos.

Por eso yo quiero invitarte a sacar un tiempo y pensar en esto ¿Qué está pasando en tu vida? ¿Cómo están esos sueños y metas, se los has entregado a Dios o estás luchando sólo(a) por ellos? Esto lo veremos en muchos aspectos y con las diferentes decisiones: un trabajo que quieras, una persona que te gusta, un viaje que deseas hacer, un ministerio en el que quieres trabajar, una carrera que quieres estudiar, un carro que deseas comprar, etc. ¡Con todo!

Mi deseo es de verdad cumplir con su propósito pero sé que aún hay mucho por hacer… y si Él está en tu vida, en tu corazón vas a sentir esa inquietud por hacer lo que es correcto, por decir que no a esas cosas que deseas porque quizás no es el momento, no es su tiempo.

¡Cuánto puede Dios enseñarnos con estas pequeñas pruebas!, con estos retos diarios, y que mejor que poder de verdad decirle a nuestro Padre “Si vos Dios no estás de acuerdo con eso que tanto anhelo y tanto deseo, ¡entonces no lo quiero! si está fuera de tu voluntad entonces no vale, no va a bendecir… voy a obedecer, yo quiero agradarte, quiero obedecerte, ayúdame Dios a ser firme y a cumplir con mi parte.”

Cumplir nuestra parte es buscarle y es aprender de los pequeños retos que vendrán en nuestra vida… es vivir un día a la vez, pero para Él.

¿A quién tenemos sino a Él? Y fuera de Él ¿Qué podemos desear? Entrégate con todo a Dios, prepara tu corazón y deja que Él trabaje, entrégale tus sueños más profundos y permite que Él cumpla su voluntad, porque si viene de Él, entonces ¡vendrá lo mejor!

«Dios mío, pongo ante ti
mis más grandes deseos;
¡no te los puedo esconder!»

Salmos 38:9 (TLA)

​Sofía Tinoco Torres

 

 

Feliz día del Padre :)

Algunos tenemos la dicha de contar todavía con nuestro papá, otros, tiempo atrás lo perdieron y hoy lo recuerdan quizás con tristeza y amor por su ausencia. O tal vez tu caso sea que por alguna razón nunca lo conociste y esta fecha incluso pueda mover algunas viejas heridas.

Sin embargo lo que todas y todos tenemos en común es que por la gracia de Dios, Él nos llama «hijos» y no es casualidad que estemos en este mundo. Sea con un padre o sin él, Dios cumplirá su propósito en tu vida y en la mía…¡como un papá cuidará de nosotros y guiará nuestro camino hasta la eternidad!

Él es el padre que siempre soñamos: ¡Feliz día del padre!

Te invito a escuchar esta canción 🙂

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: Abba, Padre!
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

Gálatas 4:6-7

«Vuelve a Él»

Zacarías 1:3En nuestro día a día puede que practiquemos muchas cosas: trabajo, estudio, compartir con familia y amigos, novio, novia, ejercicio, trabajo en un ministerio, etc. Estas actividades aunque puede que tengan un efecto positivo en nuestra vida, también pueden comenzar a tomar mucho espacio, algunas pasan a ser prioridad, otras generan estrés, cansancio, y al final terminan siendo situaciones que pueden alejarnos de Dios.

Poco a poco esa distancia es cada vez más grande y lo peor es que podemos acostumbrarnos a ello, pero a pesar de esto muy en el fondo sabes que algo no anda bien.

​ Parece increíble pero incluso las cosas que pueden ser de bendición para nosotros pueden dejar de serlo si perdemos el norte, es decir olvidar por quién y para quién son estas cosas. Esto nos lo dice Jesús en Mateo 15:8

​»Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí»

Qué fuerte es esto, decimos que Dios es lo más importante pero nuestro corazón no piensa lo mismo. Muchas personas se llenan de compromisos y actividades, no tienen tiempo casi ni para respirar, ¿y a los cristianos? eso también nos puede pasar, vamos a la Iglesia, trabajamos en ministerios, pero… ¿Nuestro primer amor? de nada sirve que hagamos buenas obras si no hay una convicción real de para quién son todas ellas. Así es como muchas veces nuestro diario vivir en vez de acercarnos a Dios, nos aleja cada vez más y más.

Quizás has experimentado lo que es asistir a la Iglesia y salir igual, leer la Biblia y no entenderla, cantar una canción a Dios y sentirte vacío(a) y esto es porque no hay una disposición en tu corazón, ya no lo sientes, no estás aprendiendo.

Simplemente escuchas las palabras pero adentro ¡no pasa nada! tu corazón poco a poco no sólo se aleja de Dios, sino que se endurece y esto tiene consecuencias en tu vida, en tu tiempo con Dios, en tu estado de ánimo, en tus decisiones…. ¡En todo!

​El notar que algo no está bien es clave, porque entonces debes volver a tu primer amor, al que te rescató, te salvó y te da todos los días una nueva oportunidad. Es cierto que a veces olvidamos de dónde nos sacó Dios, cómo Él cambio nuestra vida, lo fiel que ha sido y lo maravilloso que és.

Han sido varias las veces que he sentido que Dios está lejos de mí, he sentido una ansiedad horrible porque las emociones me abruman, el estrés de la vida diaria ha tomado un gran lugar y esto me ha afectado mucho ¿Te ha pasado?, ¡es horrible!

Pero Dios me ha enseñado que Él nunca se aleja, Él nunca va a dejarnos, somos nosotros los que nos alejamos de Él, porque no lo buscamos y no estamos dispuestos a escucharlo. Dios nos puede hablar de múltiples formas, he pasado unas semanas difíciles y Él es tan fiel que me ha dicho de todas las formas posibles que a pesar de todo, a pesar de mí, me recibe con los brazos abiertos, ¡Él nos recibe con amor!

Cuándo tomamos la decisión de invitar a Cristo en nuestra vida, esto implica que Él hará un trabajo intensivo en nosotros, entregarle nuestra vida no significa que sólo tomará lo bueno o en lo que somos muy hábiles (dones o talentos) también como el alfarero moldea una vasija (Isaías 64:8),  así Dios también hará su obra en nosotros.

Alejarnos de Dios puede darse por las cosas que mencioné en un inicio, pero también puede que pase porque muy en el fondo estamos enojados o resentidos porque no ha respondido a una petición, porque estamos cansados de esperar o porque nos hemos desanimado. Esos son nuestros puntos débiles y parte de su trabajo es enseñarnos a ver su mano en cada cosa, sin que esto haga que nos alejemos de Él cada vez que alguna prueba venga a nuestra vida.

¿Qué es lo que te ha alejado de Él? ¿trabajo, pruebas, complejos, temores, alguna decepción, errores del pasado, rencores… heridas? cualquiera que sea podemos entregarselas a Él para que nos haga libres de todas ellas, así es como podremos entregarnos 100% a nuestro Salvador.​

​No sé cual sea el motivo, pero si no les ha dado la oportunidad de hacer un cambio radical en tu interior, ¡este es el momento! y si te has alejado de Él ¡este es el momento de regresar! Quiero decirte que he orado por tu vida para que Dios toque tu corazón así como ha tocado el mío, estoy convencida que no es casualidad que estés leyendo esto, Dios te está llamando y Él ha marcado el camino para que llegues a Él.

​El momento es hoy, ya no ignores más su voz como dice en Zacarías 1:3

«Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros»

Para terminar esta reflexión quiero compartiles una canción que confirmó esto una vez más en mi vida, toma un tiempo para escucharla, es una promesa y ¡Él siempre cumple su palabra!

Así que vuelve a Él, regresa a casa: ¡Él te está esperando!

Sofi 🙂

 

 Sofía Tinoco Torres